lunes, 10 de diciembre de 2007

Es Improbable Enamorarnos de Nuestro Trabajo

Del diario "Clarín" hemos extractado esta nota en la que Jean Michel Durnay, columnista del diario "Le Monde" analiza la situación de los empleados de las empresas francesas en relación son su satisfacción en el trabajo. Estas reflexiones tal vez puedan ayudarnos a pensar acerca de qué sucede en las empresas de nuestro país y que sienten quienes trabajan en ellas.
"Vaya uno a saber si la práctica sigue aún vigente, pero en los tiempos en que Jean-Marie Descarpentries dirigía el imperio franco-británico de los envases Carnaud Metal Box, se le hacía todos los años a cada empleado la siguiente pregunta: "¿Está más contento profesionalmente que hace un año?" Los resultados de la encuesta, anónimos, se consignaba por equipos de trabajo. ¡Y pobre el gerente de los equipos desdichados o frustrados!
Parecería que, según varios estudios, crece el desamor, al menos en Francia, entre las empresas y sus empleados.
Estos se ven afectados aparentemente por un mal profundo: la falta de compromiso. Rechazos de promociones y negativas de asumir responsabilidades para escapar al estrés y a las presiones más fuertes; renuncias y reconversiones brutales por falta de reconocimiento y/o pérdida de sentido y de los valores que jalonaron los primeros años de un camino profesional idealizado; o, sin llegar a esos extremos, desconfianza generalizada hacia los discursos gerenciales.
Es cierto que las dos centrales sindicales CFE-CGC alertan sobre el hecho de que "trabajar no mejora el nivel de vida del personal superior", pero las expectativas de los asalariados franceses, y sobre todo el personal superior, estarían más bien referidas al ambiente de trabajo, el reconocimiento y la armonía. "Para las empresas, el desafío es mayor", consideraba recientemente Philippe Korda en el Nouvel Economiste.
"Hace años -opinaba Korda- que hablan de la necesidad de comprender las expectativas del cliente, para ganar su fidelidad, estableciendo un vínculo afectivo fuerte. Hoy es urgente adoptar la misma actitud con los asalariados."
Los sociólogos han expuesto que el sentido del trabajo ahora "sufre": el trabajo está cada vez menos ligado a la realización de un producto concreto o de un servicio específico; la remuneración ya no está en relación con la calidad o la cantidad del trabajo aportado; la productividad depende más de desempeños colectivos en tanto que el pago es individualizado; el grupo de trabajo ya no es portador de vínculos estables y no funda un sentimiento de pertenencia de larga duración.
Resultado: lo que buscan los asalariados es sentido y, lisa y llanamente, estar mejor. "De aquí en más", señalaba David Sibony en la publicación Stratégies, "los asalariados piden que la empresa los trate por lo que son y ya no solamente por lo que hacen." "Ellos tienen la voluntad del trabajo bien hecho, no para la empresa, sino para sí mismos, para preservar la idea que tienen de sí mismos a través de su trabajo", agregaba Olivier Cousin, sociólogo, en Echos. Como un ansía de reapropiación de sí mismo en un colectivo descosido."

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