viernes, 28 de septiembre de 2007

Maslow y la Creatividad

Abraham Maslow es un referente obligatorio para todos quienes nos desempeñamos en el campo de los recursos humanos. En su libro "La personalidad creadora" (Kairos, 1990) el iniciador de la Psicología Humanista dice al referirse a la creatividad:
"La situación histórica que afrontamos ayuda a despertar entre las personas preocupadas, filósofos sociales y otros, un interés por la creatividad. Nuestra era fluye, progresa, cambia con mucha más rapidez que cualquier época precedente (...) Entre otras cosas, esta nueva falta de continuidad y estabilidad entre el pasado, el presente y el futuro, requiere una serie de cambios que muchos todavía no entienden. Por ejemplo todo el proceso educativo, en especial la educación técnica y profesional, ha cambiado totalmente durante las últimas décadas.
¿Cuál es entonces, el modo correcto de enseñar a la gente a ser, por ejemplo, ingenieros? Es evidente que debemos enseñarles a ser creativos, al menos en el sentido de ser capaces de afrontarse con lo nuevo e improvisar. No deben temer al cambio, sino que más bien deben sentirse a gusto con el cambio y lo novedoso, y, a ser posible (porque es lo mejor de todo), incluso a disfrutar con ello (...)
En general, esto también es válido para los ejecutivos, líderes y administradores de negocios y empresas, que deben ser personas capaces de hacer frente a la caída en desuso, rápida e inevitable, de cualquier producto nuevo o cualquier manera antigua de hacer las cosas; personas que en lugar de luchar contra el cambio lo anticipen y para quienes el reto de lo nuevo resulte placentero. Debemos desarrollar una raza de improvisadores, de creadores "aquí-y-ahora", y definir a la persona hábil, preparada o educada de un modo muy diferente al habitual (es decir, no como alguien que tiene un vasto conocimiento del pasado, que le permite aprovechar las experiencias pasadas en una emergencia futura). Mucho de lo que hemos llamado aprendizaje se ha convertido en algo inútil (...) Ya no podemos considerar que la educación sea fundamental o exclusivamente un proceso de aprendizaje; en la actualidad, también abarca la educación del carácter, el proceso de formación de la persona. Necesitamos una nueva clase de ser humano que pueda divorciarse de su pasado, que sea lo suficientemente fuerte, valeroso y confiado para confiar en sí mismo en la situación presente e improvisar ante el problema, sin previa preparación, si es necesario. (...) Debemos interesarnos más por el proceso creativo, la actitud creativa y la persona creativa que por el mero producto creativo (...) Debemos, con más frecuencia, poner como ejemplo no la obra de arte o ciencia acabada y socialmente útil, sino más bien dirigir la atención a la improvisación, a la confrontación flexible, adaptable y eficaz de la situación que se nos presenta "aquí-y-ahora", sea o no importante".

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