Una de las responsabilidades que frecuentemente se nos presentan en la vida laboral es la de transmitir instrucciones, órdenes, etc. Y es también nuestra responsabilidad, que esas instrucciones sean claramente comprendidas a fin de que luego puedan ser llevadas correctamente a la práctica.
Por ello, no está de más tomar ciertos recaudos para que eso sea posible:
- Ser cuidadosos del lenguaje que hemos de emplear al comunicarnos. Al preparar el mensaje, tengamos en cuenta los conocimientos, experiencias y motivaciones de nuestro interlocutor.
- Ensayar previamente la pronunciación (modulación, articulación, volumen) de nuestro mensaje a fin de poder expresarlo luego con claridad y otorgándole el sentido correcto.
- Organizar el mensaje a transmitir. Una breve presentación general del mismo le permitirá a nuestro interlocutor captar los alcances de la idea.
- Identificar los aspectos esenciales del mensaje para poder reforzarlos al transmitirlo. No sobrecargar a nuestro interlocutor con detalles innecesarios.
- Utilizar con frecuencia ejemplos, imágenes, analogías, etc. para ilustrar el mensaje.
- Asegurarnos que nuestro interlocutor ha comprendido el mensaje. Para ello será preciso formularle, periódicamente, preguntas abiertas de comprensión y pedirle que nos parafrasee el mensaje recibido.
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