
Del libro "Cambio de ritmo" (Editorial Norma) escrito por el médico norteamericano Stephan Rechtschaffen, tomamos estos conceptos:
"Nuestra relación turbulenta con el tiempo es la maldición de la vida moderna. La prisa incesante nos escamotea la paz interior y los placeres sencillos a los que tenemos derecho desde el nacimiento, nos niega la posibilidad de comunicarnos verdaderamente con los demás, de comer sin prisas, de jugar y reirnos, de relajarnos y estar a gusto con nosotros mismos; nos roba la capacidad de sentir la belleza de la vida que nos rodea.
Si no aprendemos a controlar el tiempo de nuestras vidas, de manera consciente, el estrés de que sufrimos será cada vez más grave. Estamos a merced del bombardeo de mensajes con los que nuestra sociedad nos incita a ir más rápido, a hacer y producir más, a comprar más y, sobre todo, a nunca quedarnos tranquilos, para poder así experimentar el hecho de vivir y estar vivos. Mientras no aprendamos a controlar el tiempo de una manera consciente, la vida se nos seguirá escapando, y no podremos notar ni la belleza ni lo que ocurre a nuestro alrededor. Podríamos estar en el mismísimo paraíso y ni siquiera darnos por enterados.
Tenemos que aprender a hacer que el tiempo transcurra más despacio. Necesitamos detenernos, darnos cuenta de las cosas, establecernos de verdad en nuestra vida y prestar atención a cada instante, en vez de vivir corriendo. Un punto clave es el papel que desempeñan el tiempo y el ritmo (...) Todo se mueve con un ritmo. Las partículas atómicas; las ondas de electrones; las moléculas de la piedra y la madera; la hierba y los árboles; las amebas, los mamíferos, los peces y los reptiles; la tierra, la luna, el sol y las estrellas ... y los hombres. De manera que el mundo palpita con una miríada de ritmos. Hemos olvidado lo que la mayor parte de los seres humanos que alguna vez vivieron sobre esta tierra -y, de hecho, la mayor parte de los que aún viven en ella- supieron o saben. Hemos olvidado que la vida misma -el tiempo mismo- no es más que el despliegue de una miríada de ritmos. Como la música, al ritmo del universo lo componen el sonido y el silencio, la actividad y el descanso.
Hemos olvidado cómo descansar. Para volver a acordarnos, debemos entrar a resonar con ritmos distintos de los de la sociedad, y creo que la mejor manera es empezar a resonar con el ritmo propio de cada uno. (...)
Transformar el tiempo significa, en efecto, estar cambiando nuestro ritmo constantemente, aminorándolo o acelerándolo para sentirnos siempre presentes y en el transcurso del tiempo.
En un mundo en el cual "más rápido" es sinónimo de "mejor", la capacidad de cambiar de ritmo es fundamental si queremos salir adelante en los asuntos de la vida cotidiana. Con todo, y teniendo en cuenta el ritmo de la vida moderna, estimo que bajar el ritmo, que tomar las cosas con calma -a través de la conciencia del tiempo, de ser conscientes del presente, y conociendo el sutil e insidioso ritmo al cual nuestra sociedad nos tiene resonando- es con más frecuencia lo más apropiado.
Considero que el mero hecho de saber que podemos cambiar nuestro ritmo, aunque estemos inmersos en el tejido frenético de esta sociedad, hará que nuestras horas transcurran con menos ansiedad, nuestros días con menos estrés y nuestra vida con más plenitud. En pocas palabras, eso nos hará más felices."
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