miércoles, 28 de noviembre de 2007

El Poder de los Errores

En el entorno organizacional el error no es, generalmente, aceptado. Se lo evita, se lo castiga o se lo oculta. Sin embargo, en ocasiones, de un error puede surgir una verdadera joya ("Free Play", Stephen Nachmanovitch).

"Todos sabemos cómo se hacen las perlas. Cuando accidentalmente entra un poco de arena entre las valvas de una ostra, la ostra la enquista, y segrega cantidades de un mucus espeso, suave, que se endurece en capa sobre capa microscópica sobre la irritación extraña hasta que se convierte en un objeto bello, perfectamente suave, redondo, duro y brillante. De esta manera la ostra transforma la arenisca y a sí misma en algo nuevo, transformando la intrución del error o de lo foráneo hasta hacerlo formar parte de su sistema, completando la gestalt según su propia naturaleza de ostra.
Si la ostra tuviera manos no habría perla. La perla llega a nacer porque la ostra está obligada a vivir con la irritación durante un lapso extenso.
En la escuela, en el lugar de trabajo, al aprender un arte o un deporte, se nos enseña a temer, a ocultar o a evitar los errores. Pero los errores son de incalculable valor. Primero está el valor de los errores como materia prima del aprendizaje. Si no cometemos errores, es improbable que podamos hacer algo. Tom Watson, que durante muchos años fue jefe de la IBM, dijo: "El buen juicio viene de la experiencia. La experiencia viene del mal juicio." Pero lo más importante es que los errores y los accidentes pueden ser granos irritantes que se convierten en perlas; nos presentan oportunidades no previstas, son fuentes de inspiración en sí mismas y de sí mismas. Llegamos a considerar nuestros obstáculos como ornamentos, como oportunidades para ser explotadas y exploradas.
Ver y usar el poder de los errores no significa que algo funciona. La práctica se arraiga en la autocorrección y en el refinamiento, y avanza hacia la técnica más clara y más confiable. Pero cuando aparece un error podemos tratarlo como un dato invalorable para nuestra técnica o como un grano de arena alrededor del cual podemos hacer una perla (...)
A medida que nuestro oficio y nuestra vida se desarrollan hacia una mayor claridad y una individuación más profunda, comenzamos a percibir estos accidentes esenciales. Podemos usar los errores que cometemos, los accidentes del destino y hasta las debilidades de nuestra propia constitución que pueden convertirse en ventajas (...)
El poder de los errores nos permite dar un nuevo marco a los bloques creativos y verlos por todos sus lados. A veces el pecado mismo de la omisión o perpetración del que nos culpamos resulta ser la semilla de nuestro mejor trabajo; las partes más desconcertantes y frustrantes en realidad son los bordes de crecimiento. Vemos estas oportunidades en el instante en que abandonamos nuestros preconceptos y nos sentimos menos importantes.
La vida nos arroja innumerables irritaciones que pueden movilizarse para hacer perlas, incluyendo a todas las personas irritantes que se nos cruzan en el camino. A veces nos atamos a un pequeño tirano que nos hace la vida imposible. A veces estas situaciones, lamentables en su momento, hacen que agucemos, centremos y movilicemos nuestros recursos internos de las maneras más sorprendentes. Entonces ya no somos víctimas de las circunstancias, sino que somos capaces de usar a la circunstancia como vehículo de la creatividad. Es el bien conocido principio del jiu-jitsu, recibir los golpes del adversario y usar su propia energía para desviarlos en provecho propio. Cuando uno se cae, se levanta apoyándose en el mismo lugar donde cayó."

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