miércoles, 10 de octubre de 2007

Administración por Valores

En el libro "Administración por Valores" (Edit. Norma) sus autores, Ken Blanchard y Michael O'Connor, presentan un programa de acción tendiente a implantar en una organización la administración basada en un cuerpo de valores. Los autores afirman que:
"Tal vez más que en ninguna época anterior, una organización tiene que saber hoy qué representa y con qué principios va a operar. Un comportamiento organizacional basado en valores ya no es una interesante elección filosófica, hoy es un imperativo para la supervivencia."
El proceso de cambio propuesto comienza con la comprensión de que en la vida, de una persona o de una organización, hay tres actos: Realizar, Conectar e Integrar. Realizar implica fijarse metas que trascienden el día a día, es hacer para ser; Conectar se vincula con las relaciones, es estar con otros para ser; Integrar es la combinación de los dos actos anteriores, significa definir o redefinir propósitos y valores y utilizarlos en la acción diaria de modo tal que sean significativos para uno y para los demás. Es cambiar para ser. Y esta definición o redefinición del propósito de vida requiere un exámen profundo hasta llegar al nivel de los valores interiores, es decir, aquellos principios básicos que guían y dan forma a la manera en que la persona o la organización realiza su propósito: lo más importante de la vida es definir qué es lo más importante.
En este punto comienza el proceso de la "Administración por Valores" que consta de tres pasos: 1) Aclarar; 2) Comunicar y 3) Alinear.


1) Aclarar la Visión, la Misión y los Valores organizacionales. La determinación de los Valores se efectúa a través de un proceso participativo, lo que permite que los distintos niveles de la organización se vinculen fuertemente con ellos y se comprometan a utilizarlos como guías permanentes de su accionar. A partir de esta definición "el verdadero jefe" son los valores que ha adoptado la compañía.
2) Comunicar a todas las personas, a través de todos los medios que se estimen convenientes, la Misión y los Valores organizacionales, los que han de funcionar como herramientas formativas de su actitud y su conducta. De esta forma tendrán mayor probabilidad de cumplir con su objetivo: enfocar e influir en las prácticas diarias de trabajo.
3) Alinear las prácticas y la conducta organizacional con las prioridades declaradas en la Misión y en los Valores. Este proceso de alineación requiere contar con: a) mecanismos de retroalimentación, tanto hacia adentro del sistema como hacia el exterior, que permitan detectar posibles desviaciones; b) eficaces procesos de comunicación que aseguren la mutua comprensión entre las personas, basados en la seguridad y la confianza; y c) adecuados procedimientos de solución de problemas a fin de poder resolver productivamente los conflictos que puedan surgir entre los sectores afectados por el cambio. En este último paso se debe producir, además, la alineación de las metas personales de todos los empleados con los valores de la organización.


"El éxito verdadero no proviene de proclamar nuestros valores, sino de ponerlos en práctica consecuentemente todos los días."

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