miércoles, 9 de enero de 2008

Organizaciones Virtuales

¿Cómo serán las oficinas del mañana? Graciela Filippi, profesora de psicología del trabajo en la Facultad de Psicología (UBA), nos afrece una aproximación en esta nota publicada en Página 12 (www.pagina12.com.ar):
"Cuando se definían las organizaciones, hasta no hace mucho, una de las características que se destacaban como obvias era que compartían un espacio en común. Ahora podemos decir que comparten también un espacio virtual, y, en 20 años más, las oficinas no van a tener un lugar físico determinado. La gente va a conocer a sus compañeros a través de las pantallas de las computadoras. La mutación tecnológica conlleva cambios profundos en el nivel de las relaciones humanas, y el proceso de construcción de un sujeto diferente. La pregunta es cómo deberán reconvertirse la motivación, el liderazgo y el poder. ¿Cómo se hará, por ejemplo, para dirigir a personas que no se ven? La respuesta directa que surge es: confiando en ellas. Pero esta aparente simplicidad encubre un cambio radical en el pensamiento organizacional. Las reglas de la confianza están bien establecidas, pero no son demasiado compatibles con una tradición gerencial que cree que eficiencia y control van de la mano, y que no se puede tener la una sin el otro.
Cada vez más existen actividades sin edificios donde se lleven a cabo, cuyo único signo visible es una dirección de correo electrónico. En las grandes empresas, las videoconferencias constituyen la norma. Con los celulares, también los teléfonos han dejado de pertenecer a un lugar determinado. Según los expertos, las oficinas del futuro, de existir, se parecerán más a un club, un lugar para reunirse, comer y saludarse, con habitaciones reservadas para actividades no para personas determinadas. Pero la sensación de tener un lugar es casi tan importante para la mayoría de nosotros como la sensación de tener un propósito. El correo electrónico y el correo de voz pueden ser muy atractivos, incluso por la sensación de proximidad que producen, pero no es lo mismo que sentarse frente a otro y mirarlo a los ojos. Hasta la política y los chismes de oficina tienen su propio encanto.
Con la virtualidad, trabajo es lo que hacemos y no el lugar adonde vamos. Las organizaciones deberán ser dirigidas sin reuniones, deberemos acostumbrarnos a trabajar con personas a las que no vemos; por lo tanto tendremos que redescubrir cómo dirigir organizaciones que se basen más en la confianza que en el control. Para que la virtualidad funcione hace falta la confianza; la tecnología por sí sola no alcanza.
Si confiar es igual a creer en el otro, es creer en la idoneidad de alguien y en su compromiso. Por lo tanto, será importante definir bien los objetivos, dejar que el sujeto o su grupo los lleven adelante y luego evaluar los resultados. Para ello las unidades deberán ser autónomas y tener la capacidad de resolver sus propios problemas. Un gran desafío para la psicología del trabajo será encontrar la forma de elegir a las personas que formen esos grupos. Su selección y ubicación será un factor clave, como lo será la detección de los líderes del grupo.
Pero, como la confianza también es un concepto relacional, necesita del contacto entre las personas: por ello, cuanto más virtual sea la organización, más necesitará las reuniones personales. Lo que cambiará será la forma de reunirse: las reuniones tendrán como objetivo que la gente se conozca personalmente, y tendrán que ver más con los procesos que con las tareas; para las tareas están las videoconferencias. Pero se ha comprobado que todo se allana y se hace más simple cuando los individuos no sólo se conocen por la voz o por la imagen.
Así, en las organizaciones virtuales surge un nuevo contrato psicológico: está basado en un sentimiento de lealtad recíproca entre el trabajador y la organización a la que pertenece, sobre la base de derechos y responsabilidades conjuntos.
Y el psicólogo laboral, a quien le hemos dado la misión de ser el articulador del contrato psicológico, un articulador de vínculos, deberá articular este nuevo contrato, y tendrá entonces que colaborar en la generación de confianza desde la organización al sujeto, y en el desarrollo, en el trabajador, del nuevo concepto de pertenencia a un intangible, como lo son las organizaciones virtuales."

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