lunes, 17 de marzo de 2008

Competencias de un Líder

El experto en temas de desarrollo organizacional Warren Bennis detalla en su libro Managing for Dream las competencias básicas que comparten los líderes. Sin importar su perfil, estas competencias son:
- Manejo de la atención: a través de una visión, un "sueño" que fije claramente el objetivo y la dirección para la acción.
- Manejo de los significados: comunican de tal manera su visión que la convierten en fuente de significado para quienes los siguen.
- Manejo de la confianza: la confianza como aglutinante fundamental de toda organización.
- Manejo de sí mismo: se conocen bien en sus fortalezas y debilidades, y no vacilan ante el riesgo.
Las implicancias de estas cualidades en la organización son esenciales ya que, fundamentalmente, fomentan el empowerment. La gente se reconoce parte de la comunidad e identifica la importancia de su contribución a la misma, sintiendo que su aporte es crítico para el éxito. Nadie es obligado a actuar sino que es "instado"a hacerlo. El esforzarse en pos de objetivos compartidos es lo que da significado a la tarea y es allí donde está el corazón del espíritu de equipo. Así el liderazgo motiva por la identificación antes que por el castigo o la recompensa. El líder tiene que crear una cultura donde las ideas fluyan libremente, no para "resolver" problemas sino para encontrarlos, y en la que la gente sienta que es el centro de la acción en lugar de la periferia.
Junto a estas competencias los líderes deben agregar siete atributos:
- Competencia técnica.
- Capacidad de conceptualización.
- Historial de logros.
- Habilidades interpersonales.
- Gusto por el talento.
- Buen juicio.
- Carácter.
Finalmente, estos líderes se destacan en:
1. Estimular el capital intelectual: reconocen y utilizan el capital intelectual encubierto de sus colaboradores instándolos a emplear el 100% de su capacidad. Invierten en la capacitación de su personal y no vacilan en rodearse de gente que los supera en talento si eso es bueno para la organización.
2. Transformar la organización: los procesos de cambio son el resultado de una planificación cuidadosa y gradual, y no de la imposición. Este proceso reconoce la existencia de una cultura organizacional y de una estructura informal que es esencialmente conservadora. El cambio será más efectivo cuando se logre con el compromiso y la colaboración de todos los afectados.
3. Ser guías permanentes: constantemente recuerdan a la gente lo que es importante. El faro que proviene del enunciado de la visión y de los objetivos compartidos es lo que da propósito y sentido al trabajo. Si esto se olvida la organización se burocratiza.
4. Aceptan los errores: propios y ajenos. Los consideran como algo esperable producto de la misma acción. Se concentran en la tarea y no en justificar el pasado. Tal vez ven en el fracaso la puerta para una oportunidad.

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