El experto en liderazgo George Kohlrieser reflexiona sobre las cualidades que distiguen a los líderes eficaces (fuente: "Carta de Noticias", marzo 2008)
"Dirigir un equipo de trabajo siempre es una tarea ardua. Los líderes deben tener determinadas cualidades personales para conducir a un grupo de personas con un bagaje de emociones, sentimientos, capacidades, virtudes y defectos diferentes. Pero también dirigirlas es un juego de emociones y sensaciones contínuas. Todo el tiempo pueden vivirse situaciones que cambian la perspectiva de las tareas o de las responsabilidades.
Una de las características más importantes del líder consiste en tener una estrategia y saber hacia donde se dirige, aunque también debe poseer la flexibilidad para ajustarse a los cambios. Además, es necesario que sepa fomentar un buen vínculo con los seguidores y sea capaz de inspirarlos e involucrarlos en los objetivos. Cuando un líder construye este tipo de relación con su equipo tendrá el potencial para lograr el alto desempeño, tanto individual como grupal. En definitiva, logrará extraer lo mejor de cada uno.
El nuevo líder
Hay un cambio en el viejo estilo de liderazgo (caracterizado por las órdenes estrictas de jefes con todas las respuestas que conducen a su gente hacia metas claramente definidas), por un nuevo estilo en el que los líderes inspiran, apoyan y alientan a las personas para que estén motivadas. En este paradigma, los líderes no tienen todas las respuestas e incluso acuden a otros miembros de su propio equipo ante determinadas situaciones, quienes muchas veces, saben más que él.
Este nuevo líder debe adaptarse y ser capaz de pensar cuál es la mejor manera de asumir riesgos constructivos que le permitan alcanzar mejores resultados. Las organizaciones necesitan líderes que ayuden a proteger y desarrollar el talento de cada uno de sus miembros. Además, tienen que consolidar los vínculos con los empleados para que éstos se sientan bien tanto con él como con su trabajo, porque así se logra que le den a la compañía lo mejor de sí. Cuando la gente no está contenta con su tarea, los primeros en dejar la empresa son los más talentosos. Y, por el contrario, es más dificil que los talentos se desvinculen cuando la relación con el jefe les brinda seguridad y bases firmes. La inspiración es en realidad el principal aliado de un buen jefe y determina la retención del talento.
Aún los líderes introvertidos tienen que aprender a expresar la pasión y ser auténticos, porque eso lleva a la gente a confiar en ellos. Claro que, si es demasiado extrovertido y constantemente hace alarde de su papel de jefe, perderá autenticidad. El punto crítico consiste en desarrollar líderes que sientan pasión por lo que hacen y que puedan usar el poder del lenguaje para influir en la gente. Para capacitar este tipo de líderes se necesita coaching, un aprendizaje contínuo, entrenamiento y feedback por parte del equipo. Además, deben saber sin lugar a dudas cómo inspirar a las personas.
El líder ante situaciones críticas
Los líderes tienen que saber detectar con exactitud cuál es la crisis y qué la motiva, así como cuáles son las necesidades de su equipo y de la organización para comprometer a su gente. Eso significa que deberá tomar decisiones difíciles y realizar cambios que no siempre van a agradar o caer bien a sus seguidores. Durante las crisis, los líderes que saben manejar las emociones de su gente se convierten en una especie de lugar seguro en el cual el equipo se siente menos desorientado. En cambio, los líderes que se asustan ante un problema u obstáculo sólo consiguen que la crisis empeore. En estos casos, el error más común es focalizarse demasiado en los objetivos y olvidarse de que, para conseguirlos, deben crear un vínculo con la gente y su equipo. Otra equivocación habitual es el temor al conflicto, razón por la cual, los líderes lo evitan y empeoran aún más la situación, dividiendo al equipo. El tercer error común es no permitir que las personas se desarrollen y crezcan. En este sentido, estoy convencido de que tienen que permitirles equivocarse, darles nuevas oportunidades y presentarles desafíos para que puedan seguir aprendiendo. Muchas veces los líderes están concentrados en que los números cierren y se olvidan de cuán importante es la gente."
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