Muchas controversias comienzan con un desacuerdo sobre la forma de hacer algo. Y una vez que han comenzado, se acrecienta la dificultad para resolverlas, ya que cada protagonista se aferra a lo que él piensa que es la "mejor" manera. Frecuentemente prevalecen los "ganadores", no porque su razonamiento sea más racional, sino porque son más empecinados, no se dan por vencidos, o porque cuentan con el apoyo de terceros con más influencia. Desafortunadamente, aunque gane, la persona cuya opinión prevalece así, raramente convence a los otros en el fondo. Como resultado se aceptan muchos planes inadecuados, o buenos planes de acción son defectuosamente ejecutados.
Veamos algunas ideas que pueden ayudarnos a enfrentar productivamente los conflictos:
1. Identificar Objetivos. Para evitar un conflicto improductivo, debemos tratar que el asunto vuelva a donde corresponde: los objetivos. Concentrarse en los objetivos que se desean alcanzar, más que en las alternativas de solución, brinda un marco de interés mutuo para una resolución lógica del problema. Aún si allí continúa la disputa, es mejor emplear el tiempo en la determinación de objetivos claros y compartidos, que en la discusión sobre alternativas.
Y una vez que se ha logrado un acuerdo respecto a los objetivos, se obvia la necesidad por ambas partes de defender una alternativa en particular. En lugar de ello, los objetivos que fueron mutuamente aceptados permitirán una evaluación razonable de alternativas y estimularán la generación de otras.
2. Pensar en Problemas Potenciales. El conflicto puede evitarse dirigiendo nuestra mirada hacia las situaciones donde podrían aparecer desacuerdos a fin de anticipar las áreas y la naturaleza de los conflictos. Es preciso ubicarse en el lugar de la otra persona para prever cómo habrá de diferir su punto de vista del nuestro. Tal vez nos resulte útil preguntarnos: ¿Qué puede salir mal que provoque un desacuerdo? ¿Qué fuerzas pueden actuar para impedir la solución del problema? Específicamente deberíamos plantear la situación de esta forma:
- Esta es la situación.
- Esta es mi posición actual y mi planteo.
- ¿Qué otras posiciones estarán representadas en el grupo?.
- ¿Cuáles son las áreas de desacuerdo potencial?.
- ¿Cuál es la probabilidad de desacuerdo para cada una?.
- ¿Cuáles son las causas probables de esos desacuerdos?.
- ¿Qué puedo hacer para evitar esas causas?.
Luego de aplicar este análisis a nuestra propuesta tenemos dos alternativas, modificarla (y el planteo para presentarla) con anticipación, cuando todavía nuestro rezonamiento no está bajo presión y podemos elegir nuestros propios términos, o podemos posponer su modificación y su análisis hasta que el conflicto se produzca realmente. Sin embargo, parece más atinado enfrentar el conflicto totalmente preparados, antes que tratar de aplicar un razonamiento de emergencia para alterar nuestra presentación en el fragor de la discusión.
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