- Automatismo: olvidar que nuestro estado emocional depende de nosotros mismos y no de los demás. Aunque el mundo exterior parezca atacarnos siempre podemos decidir como reaccionar, sin hacerlo de forma impulsiva o automática .
- Negativismo: elegir un detalle negativo de la situación, concentrarnos en él y llegar a la conclusión de que toda la situación es negativa. Miramos el mundo a través de lentes que sólo filtran lo negativo.
- Adivinación: hacer inferencias atribuyendo a los demás pensamientos que no hemos comprobado.
- Rotulación: aplicar rótulos, a nosotros mismos o a los demás, a partir de una sola acción equivocada.
- Obligación: pensar que todo son obligaciones en lugar de pensar en términos de posibilidades.
- Generalización: concluir en que lo malo que ha pasado una vez pasará siempre, en vez de pensar que lo ocurrido puede deberse a una causa circunstancial que no tiene porqué repetirse.
- Descalificación: descalificar lo positivo de una situación transformándolo en negativo. Incapacidad para reconocer las cosas buenas que nos suceden y aceptarlas.
- Razonamiento emocional: confundir nuestros sentimientos con lo que ocurre realmente y tomar esas emociones como evidencia sobre las opiniones de los demás.
- Extremismo: evaluar las cosas como "todo o nada", sin grises intermedios, olvidando que la realidad tiene, sin embargo, una amplia gama de matices.
- Dramatismo: magnificar lo malo de una situación e, inclusive, imaginar resultados posteriores negativos.
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