jueves, 27 de septiembre de 2007

El Presentador Efectivo

Un factor vital para el éxito de una presentación oral es la forma bajo la cual los asistentes a la misma perciben al presentador. Una presentación es, fundamentalmente, un proceso de comunicación y esta se verifica, no sólo a través del lenguaje verbal de quienes intervienen en él sino, y fundamentalmente, a través de sus actitudes, gestos, silencios, etc.: su lenguaje no verbal.
Analizaremos, en esta ocasión, un aspecto vital en la necesaria preparación del presentador como requisito para facilitar el proceso de comunicación con su audiencia: el factor anímico.
Un grupo de personas componiendo un auditorio, reacciona muchos más en el plano afectivo que en el plano intelectual. Un grupo desea algo más que recibir una exposición clara, lógica y técnicamente perfecta. Pide además:
  • Que se le mire con franqueza.
  • Que se tengan en cuenta sus opiniones y experiencia.
  • Que se le mantenga despierto el interés.
  • Que se le anime y entretenga.
  • Que se le facilite la labor.
  • Que se le respete y comprenda.
Para poder comunicarse verdaderamente las personas deben, primero, establecer sus propias comunicaciones internas y vencer los obstáculos de tipo emocional y conceptual. Vencer estas barreras es avanzar hacia una madurez afectiva, al dominio de sí mismo, es decir, alcanzar el estado adulto. El estado de ánimo necesario para que el presentador pueda cumplir este proceso de madurez resulta de las siguientes actividades fundamentales:
1. Estar capacitado. Significa dominar el tema o materia motivo de la presentación, es decir: SABER HACER. Nadie puede comunicar lo que desconoce, por lo tanto es una condición obligatoria para el presentador dominar el tema a transmitir. La certeza de haber alcanzado este dominio confiere seguridad y confianza en sí mismo.
No sentirse vulnerable es, sin lugar a dudas, la posición más fuerte que puede alcanzar un presentador, este dominio o maestría es percibido por el auditorio, el grupo siente que "está en buenas manos" y que la información que recibirá será consistente.
2. Estar dispuesto. Significa sentir el deseo y el gusto de hacer, es decir: QUERER HACER. Esta motivación personal, basada en la fe en su función y desempeño y en el contacto humano, le permitirán al presentador brindar su ayuda a los demás, satisfaciendo las necesidades de un grupo que siente inquietud e interés por recibir la nueva información.
3. Estar dispuesto. Significa estar a disposición de los demás, es decir: PODER HACER. El presentador debe, al desempeñar su tarea, olvidarse momentáneamente de sus problemas personales de índole profesional, familiar, sentimental o económica. En todo momento debe recordar que no son los miembros de su audiencia quienes pueden resolver sus dificultades, y que no es la sala de la presentación el lugar más adecuado para tratarlas ya que sus problemas no están allí. Si el presentador está preocupado, el auditorio lo percibira "ausente", es decir, no disponible.

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